Santa Jimena (Jimena Díaz) fue la esposa de un reconocido campeón: Rodrigo Díaz. Durante la mayor parte de su vida, por supuesto, después de casarse, se dedicó a cuidar y acompañar a su esposo y a atender las labores del hogar.
A pesar de que en la vida de esta beata siempre hubo situaciones sumamente difíciles, ella siempre buscó la manera de colaborar con lo que pudiera. No importaba el momento que estaba pasando, Jimena encontraría la manera de dejar bien a sus hermanos y al tan apreciado monasterio.
Jimena Díaz no es tan conocida a nivel mundial, sin embargo, la confianza y el respeto bien merecido por parte de los presbíteros, hace ver que se trató de una persona ejemplar ante los ojos de Dios. Sigue leyendo y sabrás más acerca de su vida, obra, muerte y conmemoración.
Santa Jimena fue una dama de sangre noble que contrajo matrimonio con un campeón llamado Rodrigo Díaz. Este matrimonio fue celebrado entre julio de 1074 y mayo de 1076 (aún no se tiene certeza de la fecha exacta). Desde ese día se dedicó a acompañar a su marido, hasta que el mismo murió. Luego de esto, se marcha a castilla, donde sigue su vida de acuerdo a los mandatos de Dios.
Jimena Díaz fue hija de Diego Fernández, un conde fallecido antes del 24 de julio del año 1046. Su madre fue una dama llamada Cristina Fernández. El conde se había casado dos veces; habiendo sido la madre de Santa Jimena, su segunda esposa.
De acuerdo a la Historia Roderici, Jimena fue sobrina del emperador Alfonso VI. Partiendo de aquí, se puede decir que también tenía un nexo familiar poco lejano con el emperador Alfonso VI de León. Esto quiere decir que por las venas de santa Jimena corría sangre real.
Jimena Díaz tuvo varios hermanos; Onneca Mayor y Aurovita (del primer matrimonio de su padre), y Rodrigo, Fernando Gonzalo Salvadórez y Elvira del segundo matrimonio.
Luego de casarse con Rodrigo Díaz, acompañó a su esposo al servicio de Al-Muqtadir donde era caudillo. El hecho de si marchaba o no está basado en una hipótesis, puesto que el documento que lo dice no da seguridad de ello.
Al iniciar el segundo destierro del CID, Jimena fue apresada junto con sus hijos Diego, María y Cristina. Esto sucedió en el año 1089 y no se supo nada de ella hasta finales del 1094, cuando Rodrigo Díaz triunfa en la batalla de Cuarte (exactamente el 21 de octubre).
Esta batalla asegura el dominio de Valencia, el cual había sido conquistado el 17 de junio del año anteriormente nombrado. Después de ese acontecimiento, Santa Jimena logra reunirse de nuevo con su esposo. Estuvo con él hasta el día de su muerte en 1099.
Después de la muerte de su esposo, fue nombrada Señora de Valencia diplomática. Esto, hasta el día en que su primo Alfonso VI en el año 102, toma la decisión de irse de la ciudad debido a que no existían posibilidades de mantenerse en este terreno. Alfonso acompaña y protege a Jimena en el camino de regreso a Castilla.
Jimena Díaz fue una persona de gran corazón que amaba a la iglesia y todo lo relacionado con ella. De hecho, de este periodo de su vida ha quedado una donación realizada a la catedral de valencia en 1101. Esta ofrenda está certificada debido a que cuenta con la firma original de la beata.
En el año 1103, en San Pedro de Cardeña, firma un documento para la venta de un monasterio que era de su propiedad, el cual queda en manos de Burgos. Esto no significa que Jimena vivió en el convento durante su viudez. Es mucho más probable que haya pasado sus últimos días en burgos o en alguna ciudad cerca de allí.
Santa Jimena, dio su último adiós el 29 de agosto de 1116. Fue enterrada con el Cid en el monasterio de San Pedro, pero fueron usurpados con el suceso de la Guerra de Independencia en España. Sin embargo, en el año 1921, los restos fueron trasladados a la catedral de Burgos, donde se encuentran actualmente.
Santa Jimena es venerada por ser una persona pura (de corazón) ante los ojos de Dios, una mujer valiente y una hija entregada a los designios de Dios. A de que provenía de una familia de elevados recursos, nunca menospreció a nadie y siempre estuvo al pendiente de las cosas que necesitara el monasterio.
De hecho, fue una de las personas que hizo grandes donaciones a la catedral, para que a la misma nunca le faltaran recursos. Incluso, siempre estuvo dispuesta a desprenderse de cosas propias, si eso podía ayudar a la iglesia y/o a sus semejantes.
Año tras año, el día 18 de febrero, todos los feligreses se reúnen para celebrar el día de Santa Jimena. Aunque no es tan conocida, también merece nuestro respeto y consideración, por ser una de las personas más respetadas en su época.
La bondad y entrega de Jimena Díaz, ha logrado que muchos quieran elevar sus oraciones y considerarla como una verdadera intercesora ante el Dios todopoderoso y milagroso. No debemos olvidar que, a pesar de ser de sangre noble y de las cosas desagradables que le sucedieron, siempre estuvo al pendiente de la iglesia.
Cada vez que una persona noble muere, el cielo está de fiesta. Santa Jimena ha dejado una esperanza en el corazón de todos los que le conocieron y los que escuchan ahora esta historia. No hay razón para no darle a esta beta el respeto y la veneración que se merece, así que este 18 de febrero, vamos todos a marchar y a conmemorar su canonización.
Jimena Díaz fue y sigue siendo un gran ejemplo para todos aquellos que no sufren carencias económicas. Con ella se demuestra que no hay que ser pobre para ganar el reino de los cielos, sin embargo, hay que ser humildes y ayudar a nuestro prójimo, como Dios lo ordena.