Gina es uno de los diminutivos del nombre Georgina, por lo cual, celebra su santo el 28 de junio. No obstante, esta no es una fecha oficial. También suelen celebrar su día el 15 de febrero. Si deseas saber más de la vida y obra de esta ejemplar beata, continúa tu lectura.
El nacimiento de Santa Georgina tuvo lugar en Mérida (Venezuela), el 16 de Noviembre del año 1861. Nació en el seno de una familia bastante numerosa. De hecho, el matrimonio de sus padres acogió a 11 hermanos, los cuales fueron todos reconocidos. Entre estos, merece una mención especial, Don Tulio, quien tuvo una conducta intachable y digna de admirar.
Los padres de la beata, Foción Febres Cordero y Georgina Trocones, forjaron en ella un comportamiento decoroso y una personalidad auténtica y digna de admirar. Su madre falleció en octubre del año1873, dejándola a cargo de su hogar. Este trabajo no lo haría sola, tendría la compañía de Sofía Febres Cordero, una hermana de su padre.
En el año 1890, las Hermanas Clarisas eran las únicas monjas que se encontraban en Mérida. Las circunstancias no eran nada fáciles y la situación del convento era algo incierta. No obstante, quien ahora es Santa Georgina, reiteró su sí y decidió entrar en la abadía para vestir el hábito de religiosa, como tanto deseaba.
Su padre no estaba, en lo absoluto, de acuerdo con el hecho de que Georgina se convirtiera en novicia. De hecho, hizo varios intentos para que la beata volviera a casa como una mujer de hogar. No obstante, ella no accedió, se escapó de su padre y decidió permanecer en el convento como religiosa.
El 5 de mayo del año 1874, se firmó una orden para que todos los conventos existentes en Mérida fueran cerrados. Aunado a esto, se exigió que las mujeres que se encontraran allí, fueran obligadas a regresar a sus hogares. Esto ocasionó que las hermanas profesas tuvieran que partir.
En 1892, las monjas se habían ido a regir el hospital San Juan de Dios. El 8 de septiembre de ese mismo año, Santa Georgina decide ingresar a esta organización religiosa y allí profesa su fe, siendo ejemplo de obediencia y generosidad al atender a los enfermos del hospital. En 1897 las cosas comienzan a complicarse aún más.
España emite la orden de que la fundación sea suspendida y el hospital sea entregado al gobierno. Con este decreto, los recursos para que las hermanas permanecieran en el lugar, se agotaron. Ya no había nada que pudiera detener su partida.
Pero Dios siempre tiene una carta bajo la manga. En ese momento, dejó ver su grandeza y demostró que cuando las cosas son para Él, no hay nada que las destruya. Fue el comienzo de una gran congregación; la fundación de “Las Hermanas Dominicas”.
En el año 1904, Santa Georgina se hace cargo del orfanato “San Antonio”, ubicado en San Cristóbal. Luego de esto, se dirige a Rubio para ser la encargada del hospital Padre Justo. La salud de la beata siempre fue frágil. Sin embargo, esto no impidió que se mantuviera al servicio de los más necesitados.
El 28 de junio de 1925, nuestra beata falleció, a sus 63 años de edad, en Mérida. Pasados cinco años, el día de su celebración, se dio inicio al proceso de beatificación, el cual aún no ha sido culminado en su totalidad. No obstante, esto no impide que sea venerada por sus devotos.
Santa Georgina, como todos los beatos, fue un gran ejemplo de religiosidad y abnegación. A pesar de que su salud no era muy buena, utilizaba sus fuerzas para el servicio de los demás. La oposición de su padre tampoco fue impedimento para que cumpliera el deseo de portar el hábito y seguir el camino de Dios.